El debate por la información: La gran controversia que viene tras la pandemia

En este artículo de El Mercurio participa Luis Argandoña, Director de ConectaMedia, opinando sobre cómo la pandemia está cambiando el escenario respecto a la búsqueda de información confiable y el rol de los medios al respecto.

La economía, la política, la sociedad. A nivel internacional y nacional prácticamente no hay áreas que no se hayan visto afectadas por los efectos de la pandemia.

Las comunicaciones y las estrategias para llegar al público, tanto de políticos como de medios, no son excepciones. De hecho, la forma de transmitir los diversos mensajes, ha sido clave en la forma en que los mandatarios han salido airosos, o no, frente a la evaluación popular.

En el caso de los medios, ha ocurrido un fenómeno similar, en parte influido por el doble papel que han tenido las redes sociales. En parte, en el apoyo emocional de la gente —han tenido un rol de acompañamiento—y en parte por la proliferación de noticias falsas.

¿Cómo se está viendo este fenómeno en el mundo? ¿Y en Chile? “El Mercurio” habló con varios expertos sobre el tema.

Una voz autorizada en esto, a nivel global, es el Doctor en Comunicación de la Universidad de Navarra, Ramón Salaverria, quien, a nivel político, destaca a Alemania entre los países que lo han hecho bien, ya que “Angela Merkel ha sabido combinar rigor técnico con empatía hacia los que sufren”. Entre los que destaca por su mal rendimiento figuran España y Reino Unido, “quienes han priorizado la pelea política de corto plazo por sobre una mirada más estratégica”.

Consultado por el rol de los medios de comunicación durante la crisis, él considera que “una vez que ya se cuenta la verdad, los medios también tienen una misión de generar empatía, de establecer una cierta comunidad de intereses con lazos sociales. Y por lo que he podido ver en los principales medios mundiales, buena parte de estos han trabajado la parte factual, pero también de manera bastante notable han trabajado todo lo que tiene que ver con esa dimensión de solidaridad, de creación de lazos de unidad social, del reconocimiento, que en algunos casos”.

Para él, pese a las dificultades económicas por los que están pasando los medios profesionales, en la pandemia hay “una luz de esperanza para el periodismo”.

“Todo desarrollo periodístico tiene que basarse en la atención y el servicio a la sociedad. A partir de ahí, nos sirve esta crisis para que la ciudadanía vuelva a reconectar con algunos medios con los que pudo haberse despegado un poco desde el fenómeno del internet y las redes sociales y ahora hayan redescubierto la importancia de la información de calidad, la diversidad de miras, en fin, el tratamiento profundo de la información. Yo pienso que a partir de ahí se puede construir un buen futuro para el periodismo”.

Una visión positiva que cambia al hablar de las redes sociales y el rol que cumplen, a las que acusa de tener “una impostura de fondo”.

“Los medios de comunicación siempre son responsables del contenido que en ellos se publica. Esto con las redes sociales no ocurre. Me parece que en este caso están jugando con cartas marcadas, y por una cuestión reputacional afirman que hacen todo lo posible por buscar un diálogo saludable y alejado de este tipo de situaciones indeseables, pero la realidad indica claramente que se sigue lucrando de ellas. En Twitter puede publicar hasta el Pato Donald.O sea, hay una serie de perversiones de la comunicación pública que generan, pues, una serie de falsedades, de imposturas y de procesos degenerativos que además resultan altamente perjudiciales en algunos casos para la sociedad y para la salud democrática de los países”.

Más aun, cree que las RR.SS. están resultando cruciales en establecer una especie de “corrección política”, difícil de transgredir y que hace que “el supuesto debate democrático y abierto sea una conversación bastante contaminada”.

“Lo más increíble es que esos estándares no siempre son establecidos por personas que interactúan en el ciberespacio. Se trata de fabricaciones artificiales para generar una resonancia mayor de la información. Me estoy refiriendo, por supuesto, a losbots. Cuando estos perfiles artificiales comienzan a repercutir contenidos de otros, pareciera que todo el mundo está hablando de lo mismo y esto se instala comotrending topic”, explica.

En la misma línea, su compatriota José Luis Orihuela, autor de cuatro libros sobre tecnología y comunicación expresa que “el virus que está afectando a la comunicación y a los medios es la ‘infodemia’. Por una parte, se produce saturación informativa, y por otra parte, proliferan los bulos y las noticias falsas. Estas ‘patologías de la información’, como les llama García-Noblejas, no son nuevas, pero en la actual situación se están convirtiendo en muy dañinas, cuando no directamente letales. Los medios de comunicación y, en particular, el periodismo tienen en esta crisis la ocasión de demostrar su valía social, su función de control del poder y su dimensión educativa”.

Para él, no es posible predecir los efectos que la Pandemia tendrá en las formas de comunicarse en el futuro. “El mantra de la ‘nueva normalidad’ parece haber sustituido al de la ‘transformación digital’, aunque en el fondo están relacionados. Estamos transitando la pandemia sin un horizonte de salida claro, pero acelerando procesos de cambio basados en la hiperconectividad, como el teletrabajo, la educación a distancia y el comercio electrónico. Al mismo tiempo, estamos cayendo en la cuenta de que muchas cosas que considerábamos ‘normales’ no lo eran, y que ‘la novedad’ anunciada para un futuro indeterminado, en realidad, siempre formó parte de ‘lo normal’, que es incierto, cambiante y frágil”.

La visión desde Chile

La opinión de los expertos internacionales no difiere mucho de lo que piensan los expertos chilenos sobre lo que pasa con este tema en el país. Esto, por cuanto perciben una mejora de la imagen general de los medios tradicionales.

“Esto es una buena noticia, pues evidencia el rol social fundamental que tienen los medios tradicionales de comunicación como canalizadores entre la agenda política y la ciudadana. La pandemia ha evidenciado el valor de los medios y, a la vez, las exigencias que recaen sobre ellos”, explica el académico de la UDD y Doctor en Comunicación Pública, Alberto López-Hermida. Él agrega que “en el mundo hay ejemplos concretos que evidencian que los medios tradicionales, de modo global, han respondido a ese llamado a transmitir la gravedad de lo que está ocurriendo, los requerimientos de la autoridad y los dolores de la ciudadanía. Me parece injusto y agrio el discurso generalista de decir que los medios no han dado el ancho”. Destaca, por ejemplo, casos en argentina, España, Estados Unidos, Inglaterra y Brasil.

Concuerda con él Luis Argandoña, director de ConectaMedia, que explica que “la pandemia trajo un cambio brusco de escenario. En concreto, provocó una suspensión del cuestionamiento intenso que venía al rol de los medios desde el estallido. Esto porque ahora hay una masiva búsqueda de información confiable”.

Para Daniel Halpern, profesor de la UC e investigador de TrenDigital, esto ocurre “naturalmente debido a la cantidad de tiempo libre que está teniendo la gente frente a una pantalla. O frente a dos pantallas. Pero esto no asegura un resurgimiento de los medios tradicionales”. En su opinión, lo que pasará está abierto. “¿qué va a preferir la gente cuando vuelva a las calles? Ahí van a proliferar de nuevos las fake news. en redes sociales. Hoy la gente busca seguridad, pero ¿mañana?”.

En la misma línea, Argandoña agrega que “llevamos 100 días en cuarentena. Las cosas no volverán a ser las mismas”. Agrega, además, que esto acelerará la “transformación digital de Chile y obligará al estado, y a las empresas —como los medios—a tener una inmersión obligatoria en un mundo para el cual no estamos culturalmente preparados. Y es necesario tener más educación sobre esto”.

“Cuando pase la pandemia, la gente va a tener miedo. No se va a saber qué es real y qué no. Qué es seguro y qué no. Todo el modelo de negocios deberá cambiar. En ese contexto, el riesgo de que vuelvan a resurgir las fake news y las redes sociales sin escrúpulos es grande”, dice Halpern.

Para López-Hermida, resulta algo “injusto”, culpar a las redes sociales de lo que hacen sus usuarios. El problema, en su opinión, es que a la sociedad chilena le faltan límites o “civilidad digital”. “Nunca me ha gustado esa imagen de las redes sociales como la Plaza Pública. La Plaza Pública tiene límites, como son los edificios oficiales que rodean a la Plaza de Armas… Las redes sociales no siempre tienen esos límites. Pueden ser una extensión de las libertades democráticas, pero depende directamente del uso que se haga de estas. Por poner un ejemplo, hoy Twitter parece un escenario bastante poco democrático, donde domina el que grita más fuerte, aunque lo que diga sea mentira o abiertamente una ofensa”.

Por esto, en su opinión lo más importante es “promover fuertemente la pedagogía digital” en la ciudadanía, incluyendo materias como “programación”, “curadoría de datos” y “civilidad digital”.

¿Digital o no digital? Es uno de los nuevos debates que, según los expertos, dominarán el escenario post pandemia del mundo.

Ramón Salaverria, doctor en Comunicación de la Universidad de Navarra.